La importancia de cuidar nuestra piel
De todos los órganos del cuerpo, la piel es el más versátil. Es el único órgano que está directa y constantemente abierto al exterior. La piel nos protege de agentes externos, del calor y el frío, del aire y los elementos, de las bacterias, es impermeable, se repara y lubrica a sí misma; incluso, elimina algunos residuos del cuerpo.
La piel puede avisarnos de la presencia de enfermedades internas con cambios de color o de textura, con la aparición de granos o de manchas. Además, contribuye a la producción de vitamina D, vital para la salud.
¿Qué es la piel?
La piel es un órgano dinámico constantemente cambiante; se compone de tres capas principales —epidermis, dermis y subcutis o tejido subcutáneo—, cada una de las cuales está formada por varias subcapas.
Epidermis:
Es la capa superior de la piel y se localiza justo encima de la dermis. Es el revestimiento del cuerpo y lo cubre en su totalidad. Las células que la componen se crean en la parte más profunda de la epidermis y se van llenando de queratina hasta que llegan al exterior.
Dermis:
Es la capa de la piel que se encuentra debajo de la epidermis y encima de la capa subcutánea. Es la capa más gruesa de la piel y se compone de tejido fibroso y elástico. Así dota de fuerza y adaptabilidad a la piel.
La dermis está conformada por dos capas: el dermis papilar y el dermis reticular.
El dermis papilar es la más superficial de las dos y se ubica apenas por debajo de la unión epidérmica. Es relativamente fino y se compone del tejido conectivo flojo, que incluye:-
Capilares
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Fibras elásticas
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Fibras reticulares
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Colágeno
El dermis reticular es la capa más profunda y más gruesa de la dermis y se encuentra encima de la capa subcutánea de la piel. Contiene tejido conectivo denso, que incluye:
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Vasos sanguíneos
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Fibras elásticas (entrelazadas)
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Fibras de colágeno
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Fibroblastos
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Terminaciones nerviosas
Tejido subcutáneo:
También conocido como hipodermis o faja superficial, es la capa del tejido que es la base de la piel. El término proviene de la conjunción de subcutáneo en latín e hypoderm en griego, que significa “debajo de la piel”, pues es la capa más profunda y descansa apenas encima de la faja profunda.
En él se localizan también bolsas de folículos pilosos, en los que las glándulas sebáceas segregan sebo, una sustancia aceitosa que hace que la piel sea dúctil y el pelo brillante.
Cómo cuidar tu piel
A lo largo de los años, la contaminación, el estrés e incluso el propio paso del tiempo hacen que nuestra piel pierda luminosidad, uniformidad y suavidad. Por eso es súper importante que conozcamos nuestra piel, qué la compone y cómo podemos ayudarla y darle la limpieza que merece.
Muchas veces, la grasa producida por nuestra piel genera impurezas que obstruyen los poros y le impiden respirar como debe hacerlo. Para que esto no suceda se debe crear el hábito de una buena rutina de cuidado facial.
Estos pasos son esenciales para tener una piel saludable:
Protege la piel del sol: acostúmbrate a utilizar protector solar. Esto hará que tu piel esté protegida de quemaduras y de la aparición de manchas.
Utiliza cosméticos no agresivos: apuesta por cosméticos que respeten y cuiden tu piel, con el menor porcentaje de ingredientes químicos. Si utilizas productos demasiado fuertes, la piel puede volverse extremadamente seca y causar molestias. Por ello, la cosmética limpia es la mejor de las opciones, ya que no produce ningún tipo de efecto secundario en la piel.
Hidrata la piel: utiliza cremas hidratantes y sérums todos los días. Esto ayudará a reparar la película hidrolipídica que cubre la epidermis y la piel lucirá en perfecto estado.
Bebe agua: hidrata la piel por fuera, pero también por dentro. Es recomendable tomar al menos 2 litros de agua al día.
Come de forma saludable: una dieta saludable, rica en antioxidantes, ayudará a que tu piel luzca sana y radiante.
Descansa: se recomienda dormir una media de 8 horas diarias. De lo contrario, tu piel puede lucir cansada.
En conclusión, cuidarnos no es sólo belleza, también es salud.